24 de noviembre de 2017

Una conversación con Mark Anthony Carpio



                                   El atril





– Estoy nervioso–, dijo él, y supe a ciencia cierta que no tenía palabras para describir mis sensaciones en ese momento.
Porque desde que una semana antes le había preguntado si podríamos llevar a cabo esta entrevista, las dudas, la responsabilidad, los nervios y toda clase de emociones se habían apoderado de mi, aunque desde el minuto cero la ilusión fue la nota predominante.
Saber que vas a entrevistar al maestro de coro de los Philippine Madrigal Singers es una sensación muy especial. Es verdad que ya nos conocíamos de antes, que estamos en contacto desde hace varios años por motivos diversos, sí, pero eso no cambia las cosas.
La entrevista a Mark Anthony Carpio supone un estreno. Cantate Mundi estrena sección en su página web: El Atril. Desde aquí y para todos nuestros seguidores y para todas aquellas personas que también lo deseen, compartiremos un tipo diferente de formación, una especie de aprendizaje a distancia a través de las palabras de grandes compositores, directores, maestros de coro, músicos y cualquier tipo de persona a la que consideremos de interés y de quien pensemos que todos podemos aprender. No nos detendremos en la música que hacen o en la manera en que la hacen, sino en la forma en la que piensan y en las palabras que utilizan. Nos acercaremos a la persona, porque siempre creemos que conocer bien a alguien facilita el aprendizaje. Comenzamos con Mark Anthony Carpio y desde aquí iremos adonde el camino nos lleve.

       

La entrevista


Dos grandes vasos de café, agua, la grabadora de audio y mis páginas con  las preguntas sobre la mesa, la cámara frente a nosotros y todo preparado. Después de una breve introducción en la que le expliqué la idea que me había llevado a ese punto, comenzó nuestra entrevista. Mark Anthony Carpio sonríe siempre, con una sonrisa permanente, es un hombre tan expresivo hablando como cuando dirige al coro desde ese aparente estatismo que no lo es en absoluto.



– ¿Cómo llegas a la música?
– ¿Yo personalmente?
– Sí.
– Cuando mis dos hermanas y yo éramos pequeños, mi padre nos hizo estudiar piano, por lo que una vez en semana venía a nuestra casa un profesor particular que nos enseñó a tocar el piano. En mis años jóvenes canté también en un coro infantil, algo que me encantaba, una experiencia que me gustaba mucho realmente. Dejé el coro cuando comencé la Escuela Secundaria, pero continué tocando el piano. Tuve además la oportunidad de estudiar con un profesor en el Colegio de Música de la Escuela de Filipinas, becado por un año. Al llegar la hora de ir a la Universidad mi padre me dijo que estudiara la carrera de música. Yo quería ser ingeniero como él, me entusiasmaban las Matemáticas, pero mi padre me convenció con gran empeño para que en lugar de Ingeniería estudiara Música.
– No es algo muy frecuente eso.
– No. Pero yo tenía cierto temor a mi padre porque siempre fue muy rígido, muy disciplinado en todo lo relativo a nuestra educación. Llegamos a un acuerdo. Yo estudiaría música, sí, pero cuando terminara la carrera podría estudiar cualquier otra cosa que me gustara, y le pareció bien. Pero cuando fui a la Universidad, yo ya estaba en la Escuela de Música de la Universidad de Filipinas. Aprendí a amar la música. Aprendí a amar lo que estaba haciendo y realmente nunca podría haber imaginado que llegaría a estar tocando el piano durante 6-8 horas al día, practicando. Disfrutaba muchísimo haciéndolo.
Fue mucho más tarde, cuando terminé mis estudios, cuando me uní a este coro, aunque en los años previos también los seguía, porque siempre fui un admirador de los Philippine Madrigal Singers. De hecho siempre quise pertenecer al grupo pero no pude por mis estudios, así que pensé que sería una buen idea mejorar mi forma de cantar bajo las enseñanzas de la maestra de coro Andrea Veneración. Pero tenía ciertos complejos, así que primero estudié canto con otros profesores antes de preguntarle a ella, quizás un año después, si podría darme clases. Y sí, lo hizo, Andrea fue mi maestra de canto.
– ¿Ella personalmente?
– Sí
– Wow!
– Y fue entonces ya, después de recibir sus clases y tras haber finalizado mis estudios, cuando pude unirme a los Philippine Madrigal Singers.

Una persona que ha vivido de tres formas diferentes la relación con el grupo, como seguidor, como cantante y ahora como maestro de coro, tres interesantes y quizás complementarios puntos de vista.

– ¿Echas de menos cantar?
– ¡Sí! Mucho. Pero también extraño muchísimo escuchar. Cuando formaba parte del público simplemente disfrutaba lo que recibía del coro. Me apasiona mi trabajo de maestro de coro, por supuesto, me encanta hacer música, pero con demasiada frecuencia me encuentro buscando formas de hacer mejor música, más que disfrutando de lo que los cantores me brindan. Esto es algo que echo de menos, pero al mismo tiempo me encanta que los cantores puedan cantar de la manera en la que yo imagino la música. Todas las experiencias que he tenido como seguidor, como parte del público y también las experiencias que tuve cuando yo mismo fui cantor, creo que han sido una preparación para ser ahora el maestro de coro, el director del coro.
– Andrea Veneración. ¿Qué supone ella para los Philippine Madrigal Singers? ¿Qué supone para ti especialmente?
– Nos referimos a ella como “la abuela” de los coros, de la música coral en Filipinas, es nuestra Artista Nacional. Todos los coralistas la consideran una heroína debido a las cosas que consiguió para las Filipinas, para nuestro país. Para mi siempre será la persona que me impulsó, que me motivó. Cuando me convertí en maestro del coro ella estaba allí y de hecho fue ella quien propuso mi nombramiento. Me sentí muy afortunado por poder contar con su presencia cerca porque sé de otras personas que sólo han tomado las riendas de un coro tras el fallecimiento del director precedente.
Por eso me sentí tan confiado, porque sabía que si hacía algo mal ella estaría a mi lado para corregirme. Me dio carta blanca. Realmente me sentí como un niño al que su madre deja que comience a andar, que comience a correr. Si me dormía o me caía no pasaba nada, y de hecho esto es exactamente lo que sucedió. Cometí errores y aprendí mucho de ellos. Todavía sigo aprendiendo, pero es cierto también que aún siento su presencia cada vez que ensayamos, cada vez que trabajamos, cuando actuamos. Todavía me parece escuchar su voz.
– Veo que estás muy implicado con los compositores filipinos y con su música, que lleváis en vuestros conciertos por todo el mundo. Es como ser una especie de embajadores de las Filipinas, pero el coro Philippine Madrigal Singers también es Embajador Honorífico y de Buena Voluntad de la UNESCO. Esto os hace estar en la misma lista que Plácido Domingo, Montserrat Caballé, Juan Diego Flórez y Jordi Savall entre otros… ¿Qué significa este nombramiento? Al leer los motivos de este nombramiento, se dice que se os ha otorgado “por promover el diálogo y el entendimiento entre las personas del Sudeste de Asia”. ¿Cómo te sientes con respecto a este tema?
– El nombramiento como embajadores de la UNESCO llegó antes de que yo mismo perteneciera al coro. Cuando me uní a él, para mi fue un auténtico honor formar parte de este grupo, ser Embajadores de Buena Voluntad. Haciendo algo que nos encantaba hacer, cantando, somos capaces de conectar con otras personas y podemos hacer algo para mejorar su bienestar. Es maravilloso charlar con el público que asiste a nuestros conciertos siempre cuando terminamos y saber cuánto han disfrutado, conocer de sus bocas que se han sentido bien escuchándonos o que incluso siguen sintiéndose bien tras escucharnos. El nombramiento de la UNESCO es como una especie de sello de algo que llevamos haciendo muchos años. Creemos que es un honor y nos hace creer más en lo bueno que hacemos, en que somos capaces de promover la paz entre diferentes personas, entre diferentes culturas. Realmente nos hace creer en nosotros mismos: cantando juntos estamos en condiciones de mostrar a otras personas que es posible hacer algo bueno, algo bello, y compartirlo con todos.

Lamento muchísimo el ruido ambiental que se escucha en la grabación en este momento de nuestra conversación, pero por imprevistos de última hora tuvimos que cambiar el lugar de la entrevista. Sí queremos hacer constar, sin embargo, con qué amabilidad el propietario y personal de la Gran Cafetería Santander, en la Plaza de Alonso Martínez, pusieron a nuestra disposición para la entrevista, sin avisos previos sino improvisando, uno de sus salones. Es algo que hay que agradecer siempre.

– ¿Cómo es un día corriente de ensayo para vosotros? ¿Cuántas horas o días ensayáis a la semana? ¿Cómo trabajas con el coro?
– Ensayamos tres días en semana, dos horas al día, aunque siempre es flexible y solemos alargar la duración de los ensayos. Algunas veces ampliamos a dos horas y media o a tres, sobre todo cuando estamos preparándonos para un concierto o para algo grande, momentos en los que solemos hacer más ensayos y de mayor duración, ensayos a los que todo el mundo tiene que asistir.
– ¿Pero ensayáis todo el tiempo juntos, hombres y mujeres?
– Bueno, eso depende de la dificultad de la pieza. Generalmente comenzamos ensayando por cuerdas. Cuando quiero que los cantores se hagan una idea de la pieza de manera rápida, normalmente les pido que el ensayo se lleve a cabo conjuntamente, todos mezclados, según haremos posteriormente en el concierto. Pero como hacen prácticamente todos los directores, tengo que cortar la pieza en pequeñas secciones para que los cantores puedan darse cuenta de los detalles que hay en cada sección, y les hago cantar por voces, separados, incluso si nos encontramos en la formación mixta.
– ¿En la sala de ensayo te colocas, todos os colocáis, de la misma forma que lo haréis posteriormente en el escenario?
– En los ensayos generalmente me coloco en el centro y frente al coro, para hacerme a la idea del balance, del equilibrio entre las voces, y entonces es cuando pido individualmente a los cantores que canten un poco más o canten un poco menos, dependiendo de lo que escucho, pero en general la formación es esa. Unos cuantos ensayos antes del concierto es cuando ya sí nos colocamos de la misma manera en que lo haremos durante nuestra actuación.

En este momento de nuestra conversación, tras un tiempo observándole mientras habla, creo que se siente cómodo. Yo también. Es muy expresivo, hace permanentes gestos con sus manos: se toca el pelo, cruza las manos, las coloca sobre la mesa. Hay un gesto de él que me encanta y que repite con frecuencia: mientras escucha alguna de mis preguntas se muerde ligeramente la lengua o el labio inferior, y otras veces parece como si estuviera mordiéndose la uña del dedo pulgar. Su sonrisa siempre está presente y a veces ríe a carcajadas, con risa limpia y sincera.

– La pregunta “original” ahora, me temo, la que nadie puede evitar hacer: ¿por qué el semicírculo? ¿Por qué sentados?
– Creo que es una pregunta que estaré respondiendo siempre –dice, mientras ríe–. Siempre aparece, así que nunca me sorprende.
Cuando se fundó el coro en 1963, los primeros miembros querían cantar del modo en el que se hacía durante el Renacimiento. Durante ese tiempo no había escenarios, no había gradas para que los coros cantaran. Los madrigales se cantaban generalmente durante banquetes o en reuniones de todo tipo, generalmente acompañadas de comida, vino y todo tipo de bebidas. En aquellas situaciones, los compositores simplemente sacaban sus partituras, las repartían entre los cantores y cantaban. Los primeros miembros del grupo quisieron seguir ese ejemplo en las primeras actuaciones en público, así que mantuvieron las sillas, no desde luego la mesa con comida y bebida, con lo que decidieron que sería una buena idea continuar cantando en semicírculo. Al principio Andrea se sentaba con ellos en el centro, pero sólo hasta que decidió que sería bueno para ella tener una idea del sonido sentándose en un extremo y sin cantar nada. Esa ha sido la tradición del grupo hasta ahora y esa formación en semicírculo se ha convertido en nuestra firma, la marca identificadora del grupo. Cuando se ven las sillas, uno piensa: “Ah, los Philippine Madrigal Singers!”.
– ¿Y el motivo de que estéis tan cercanos unos a los otros?
– Eso fue algo que surgió de manera natural en el grupo. Imaginé que para ellos sería mejor sentirse uno al otro, escucharse, y eso es más fácil cuanto más cerca se esté. Más tarde fue cuando nos dimos cuenta de que sentir la respiración del otro equivalía a recibir y pasarse la energía unos a otros, es una manera de sentir que verdaderamente se está en contacto directo con los demás, se siente esa cercanía absoluta.
Después de cantar unas cuantas veces sentados con los Philippine Madrigal Singers, los cantores dicen que es mucho más relajado, que se cansan más si están de pie durante todo el concierto. Por supuesto, cantar sentado es algo que lleva su tiempo hasta que uno se acostumbra.
– Hay una parte del coro que no tiene contacto directo con el público, los cantores que están en los laterales del semicírculo. Sin embargo, el público se emociona con ellos y con su música, y el contacto directo público-coro se siente en la piel, algunas veces con los vellos de punta–. Mark ríe, pero inmediatamente vuelve a ponerse serio para hablar de Andrea Veneración. Cada vez que se refiere a ella, Mark habla con infinito respeto, con gratitud y profunda admiración.
– La profesora Andrea fue pianista y cantora antes de convertirse en la maestra de coro de los Madrigal Singers. Ella creía profundamente en la importancia de que el artista conecte directamente con el público en las actuaciones, así que nos enseñó que era fundamental cantar y dirigir siempre nuestra atención al público en nuestros conciertos, y de hecho tenemos un nombre para eso: le llamamos “la posición cero”. Cantamos dirigiendo nuestra mirada hacia alguien concreto en la sala y le dedicamos la canción, para quizás elegir a otra persona en la siguiente.
Por supuesto esto no es fácil de hacer cuando uno está tratando de pensar también en las notas y en todas las demás cosas que hay que tener en cuenta al cantar, pero ella nos insistía mucho para que lo hiciéramos. Cada vez que actuamos, lo más importante siempre para nosotros es el mensaje de la obra, se trata de ser capaces de impartir la emoción que el compositor pone en el mensaje mientras escribe y hacérsela llegar a quien nos escucha. Para que seamos capaces de hacer eso, durante los ensayos hay que tener mucho cuidado con todo lo demás, cada cantor debe saber exactamente qué hacer en cada frase, en cada compás, en cada nota. Es muy importante, y más aún en su caso, puesto que cantan siempre sin partitura, no es sencillo de conseguir pero puede hacerse. En nuestros ensayos, nuestro objetivo siempre es conseguir que nadie esté pensando en las notas para asegurarnos de que quien nos escucha reciba el mensaje, la emoción del compositor.
Por supuesto, en las actuaciones el maestro de coro debería hacer los mínimos gestos posibles, por ejemplo al comienzo haciendo que todo el mundo comience al mismo tiempo, y también para terminar juntos, pero hay más de veinte cantores y es posible que alguno de ellos olvide algo, y eso es lo que aseguramos en los ensayos, para que no suceda en los conciertos, que nadie olvide qué es lo que tiene que hacer y que todos hagamos lo que debemos.
– La primera vez que vi un vídeo del coro pensé que estabas allí, en un extremo, y que no hacías demasiado– suelta una tremenda carcajada en este momento–, bueno, aunque es cierto que el hecho de que estuvieras allí era muy importante. Pero hace cinco años, en uno de vuestros viajes a Madrid, al compartir concierto con el Coro de Vocees Graves en el Colegio de Médicos, tuve la gran fortuna de seguir ese concierto desde un lugar privilegiado, muy cerca del coro, y verdaderamente me sorprendió la cantidad de gestos que hacías, con la cara, los ojos, las cejas, los labios, sin mover las manos una sola vez. ¿Pero cómo consigues que el coro vea esos gestos, si no están mirando en esa dirección?
Lo practicamos. Tenemos nuestro punto de mira en el público, especialmente los cantores que están en el centro, pero se aseguran de verme con visión periférica y saber exactamente en qué partes de cada pieza deben estar especialmente atentos, dónde deben prestar más atención a lo que hago, a los gestos que doy, pero siempre hacemos ambas cosas al mismo tiempo. No es algo así como “ahora préstame atención a mi, ahora al público”, sino que ambas cosas se hacen al mismo tiempo.
Esto que hacemos de actuar juntos sin alguien moviendo las manos frente a nosotros es algo que nuestra fundadora quería que el grupo hiciera, pero sabía que eso sería muy difícil para un coro mayor. En un pequeño grupo como el nuestro a veces sucede que alguien puede olvidar algo y en ese momento el maestro de coro le indica qué hacer en un punto concreto de la obra, pero Andrea sabía que cuanto mayor fuera el grupo, más dificultades tendríamos para hacerlo. Por ejemplo participamos en ocasiones en festivales en los que nos unimos a otros coros y en esos casos es imposible cantar juntos si no hay alguien frente al coro, diciendo qué debe hacer cada cual. 

Hay un gesto de Mark muy frecuente en él: cada vez que habla del coro, con los dedos índice y pulgar de su mano izquierda hace un semicírculo, una especie de letra “C” tumbada. Con el índice de su mano derecha posteriormente, y con sumo cuidado, recorre el perímetro de esa “c”, como si estuviera acariciando a su coro, al coro que dibuja con su mano. Es un gesto que verdaderamente me encanta.

– ¿Cómo eliges las partituras para un concierto? ¿Cómo eliges una obra para ser cantada por vosotros? ¿Qué tiene que tener una obra para ser cantada por los Philippine Madrigal Singers?
– Tenemos temas de conciertos. Somos la compañía residente del Centro Cultural de las Filipinas, el lugar principal de encuentro para las artes escénicas, por lo que con cierta periodicidad hacemos conciertos allí. Para cada concierto tratamos de unificar las cosas. Pensamos y elegimos obras que estén relacionadas entre sí, para asegurarnos de que todas ellas tengan que ver con el tema. Es un trabajo constante del director buscar obras y estudiarlas, encontrar la belleza de cada partitura, en cada palabra, y tratar de ver si hay algo en ella que pueda ajustarse al tema del concierto. Esto es algo de lo que yo personalmente me ocupo: buscar partituras, escuchar música, escuchar actuaciones de otros coros… Tengo también una lista de obras pendientes, obras que me gustaría hacer en el futuro con el coro. Las voy anotando en mi teléfono y voy a ellas cada vez que hace falta. Hace muchos años que entré en los Madrigal Singers, y desde entonces he seguido completando la lista, coleccionando nuevos temas. Hacemos una obra ahora, por ejemplo, que vimos quizás en 1994, pero ahora es la oportunidad.
– ¿Cuál es tu relación personal con la música?
– Escucho mucha música, hago mucha lectura musical, pero quizás podría hacer más, porque conozco a muchos directores que pasan mucho tiempo haciendo escuchas. Cuando estudio música, lo hago del mismo modo en el que lo haría estudiando mis obras de piano antes de analizarlas: la forma, la estructura, la armonía, las líneas melódicas, todos los elementos. Creo que esto es algo que deberían hacer todos los músicos. En la escuela nos enseñaron cómo analizar música desde el punto de vista del músico profesional. En este momento de mi vida, me encuentro haciendo exactamente eso, y creo que es fundamental saber exactamente lo que el compositor estaba pensando o sintiendo al escribir su obra. Las actuaciones más conseguidas serían aquellas en las que el público o los oyentes pudieran sentir o ver exactamente aquello que el compositor vio o imaginó cuando componía. Si el público ve o siente eso, entonces es que la actuación ha sido un éxito.
– Teniendo esto en cuenta, cuando encargas una obra y estás en contacto con el compositor, no es necesario imaginar en qué estaría él pensando. ¿Preguntas directamente esta información a los compositores?
– Algunas veces el compositor me envía sus trabajos y si le conozco, entonces tengo la posibilidad de preguntarle por qué hizo esto o lo otro. Por otro lado, si veo que hay algo que veo que puede cambiarse y que resulte mejor para que el coro cante, también me atrevo a dar mis sugerencias al compositor.
– ¿Y siempre están de acuerdo?
– Algunas veces no– ríe–, pero eso es bueno, porque esos desacuerdos finalmente terminan encontrando un buen resultado…
– Es digna de encomio tu manera de hacer que la música filipina sea bien conocida en cualquier parte del mundo. ¿Es éste uno de tus objetivos al hacer música? ¿Es ésta la razón que os lleva a promocionar la música filipina, incluso teniendo un gran compositor entre los coralistas, como sucede con Illy Mathew Maniano?
– Desde su primer concierto, Andrea creía en la importancia de promocionar las composiciones y a los compositores filipinos, por ello y desde entonces hasta ahora, siempre hemos contado con la suerte de tener un cantor que sabe escribir música. Siempre hemos pensado que eso es una bendición, y de hecho hemos tenido compositores en nuestras filas, desde los años 60, de los años 70, los 80, los 90, que fue cuando yo me incorporé… En cada década tenemos siempre a alguien que es el compositor residente del grupo, pero hasta ahora además aquellos compositores de los 60 y los 70 continúan escribiendo su música para nosotros. Me siento realmente bendecido por poder seguir trabajando con ellos.
Desde el principio, en cada festival o espectáculo, Andrea siempre se aseguraba de que hubiera una obra de un filipino en nuestro repertorio, y eso es algo que yo sigo haciendo. Pero también, por supuesto, apreciamos mucho las obras y a los compositores de diferentes países del mundo, y esto es algo que, al mismo tiempo, nosotros compartimos con nuestro público, con nuestros compañeros filipinos y con todo el público alrededor del mundo.
– ¿A quién se dirigen vuestros talleres de técnica vocal? ¿Cómo de importante consideras la formación dentro de un coro? ¿Impartís otro tipo de talleres diferentes de la técnica vocal?
– Alrededor del año 1990, Andrea se dio cuenta de que en el país había muchos más coros de los que había habido antes, digamos por ejemplo en los años 60. Sabía que muchos de nuestros coros, especialmente los que están fuera de Metro Manila, la capital, no tenían posibilidades de recibir la formación a la que normalmente puede accederse en la capital, por lo que lo que ella comenzó a hacer fue organizar proyectos divulgativos desplazándose ella misma a las afueras, a sitios diferentes, llevando consigo a algunos de los Madrigal Singers. Se dedicó a realizar talleres y cursos no sólo para cantores sino también para directores. Esto es algo que Andrea comenzó a hacer y que nosotros continuamos haciendo hasta ahora. Este año hemos tenido la inmensa fortuna de abrir el “Philippine Madrigal Singers Studio”, en el que pedimos a los cantores que impartan clases enfocadas al canto, a la técnica vocal, y donde yo mismo, junto con otro director, impartimos talleres de dirección coral o similares para directores. 
El “Estudio” es nuestra rama formativa, de modo que tenemos la rama de conciertos y dejamos que el Estudio sea quien se ocupe de la formación y de dar talleres técnicos.
– Vuestros viajes al extranjero. ¿Cómo pueden 25 personas (quizás más, si sumamos a aquellos que no vemos normalmente), vivir juntos, separados de sus casas y sus familias, durante tanto tiempo?
– No es sencillo, pero nos une la pasión por cantar y por hacer música juntos, y creo que eso es algo que nos mantiene unidos. El número de cantores es menor que en otros coros. No es sencillo, como digo, pero puede hacerse. Nosotros nos consideramos una familia. Y de hecho lo somos, con nuestros anteriores cantores, con todos aquellos que se han mudado a otra ciudad, los que han modificado sus circunstancias familiares, o aquéllos que viven actualmente en otros países, todos nos consideramos una gran familia. 
– Sí, verdaderamente termináis siendo una auténtica y gran familia. Por cierto, una amiga mía está realmente intrigada queriendo saber cómo podéis organizaros con tanto equipaje para viajes tan largos, especialmente por el cuidado que habrá que tener con los trajes de las mujeres. ¡No puedo imaginarme siquiera!
– Es un gran problema, sí, un reto al que siempre nos enfrentamos, especialmente cuando tenemos que volar en líneas aéreas low cost y hemos de asegurarnos de que el peso de nuestros equipajes sea acorde con los requisitos de la compañía, pero en ese sentido, todos colaboramos unos con otros, los hombres ayudan a las mujeres con sus equipajes.
– Pero no llevan los vestidos de ellas en sus propios equipajes, supongo…
– ¡No!–, dice riéndose–. En ocasiones cuando viajamos es inevitable que encontremos cosas que queremos comprar, cosas que nos gustaría llevar a casa, regalos, etc., por lo que nuestros equipajes se vuelven cada vez más pesados, pero de vez en cuando enviamos cosas de regreso a casa, especialmente cuando estamos de viaje durante varios meses.
– ¿Cuáles son vuestros recursos económicos? ¿Cómo podéis hacer frente a una gira como ésta?
– Podríamos decir que este coro se autofinancia en un sentido. Gracias a los logros de equipos previos de los Philippine Madrigal Singers de Andrea, conseguimos muchas invitaciones y gracias a ellas tenemos apoyo económico, pero también por supuesto tenemos apoyo financiero del Gobierno, especialmente porque somos la compañía residente del Centro Cultural de las Filipinas, como hablamos anteriormente, que es una institución gubernamental. Cada cierto tiempo, igualmente, recibimos apoyo económico de otra institución llamada Comisión Nacional para las Artes Culturales, y de este modo podemos viajar y por ello también hacemos viajes largos, para asegurarnos de que recuperamos todo lo que se emplea en nosotros y para hacer los viajes más rentables, porque son verdaderamente un gran gasto.
– ¿Hay un equipo que se dedique a organizar vuestros viajes?
– Sí, y estoy muy agradecido de que estén ahí y que yo no tenga que pensar en ese tema. Hay un equipo que me va poniendo periódicamente al día de todo.
– No son cantores, ¿no?
– Son antiguos cantores.
– ¿Este tipo de experiencias de vida influyen en la música que cantáis, en la forma en la que tú mismo diriges?
– Creo que sí, especialmente cuando hacemos encuentros con otros coros o cuando escuchamos sonidos diferentes de otros lugares. Siempre hay un aprendizaje, así que muchas veces tomamos ideas, otras veces son los propios cantores los que cogen ideas y en ocasiones ellos mismos las comparten con otros cantores, y por supuesto esto afecta a nuestro modo de cantar, cuando incorporamos estas ideas al sonido de los cantores.
– ¿Cómo es la relación con vuestros coros anfitriones tras una gira? ¿Os mantenéis en contacto posteriormente?
– No es fácil porque son muchos coros, pero también tenemos un equipo que se ocupa de garantizar que nos mantenemos en contacto con ellos. Es fácil gracias a la tecnología, no como antes, estar en contacto con nuestros amigos de los coros anfitriones.
– Es sorprendente cómo de sencillo es para vosotros simplemente sentarse y cantar.  Cuando cantamos en un coro, solemos estar preocupados si no vemos bien al director, si no le tenemos justamente en la línea de nuestros ojos, y eso incluso teniendo en cuenta que los directores suelen subirse a un estrado. Realmente me sorprendió el otro día en el concierto, cuando vi que no sólo no estabas al mismo nivel que el resto del coro sino que te habías puesto un escalón por debajo de ellos. La verdad es que estaba un poco preocupada porque parecía muy estrecho, además…
– Bueno, sí, puede ser, pero aún funciona. Opino que uno de los mayores logros de un director debería ser hacer que el coro pudiera realizar su actuación incluso sin su presencia. Si el coro puede hacer una o dos piezas sin el director, eso dice algo sobre el  propio director.
– Que es muy humilde…
– También dice algo sobre su forma de trabajar–. Ahora parece muy orgulloso realmente.
– ¿Eres consciente de si el público se está emocionando con vuestra música?
– ¿Como director? Estoy de espaldas, no de cara al público pero podría decir que es algo que siento, no algo que puede ver de manera inmediata. Pero lo sientes muy bien con los aplausos.
– Durante uno de vuestros últimos conciertos en Madrid, los espectadores estuvimos aplaudiendo durante un muy largo lapso de tiempo al término de una de las obras, pero tú te quedaste en tu sitio, sin moverte, sin girarte, sólo escuchando los aplausos. Nadie del coro se movió. ¿Qué se siente en esos momentos?
– Siempre recuerdo a los cantores que deben recibir aquello que les es dado, para asegurarnos de que el público también entiende que apreciamos lo que nos dan, quizás simplemente con un gesto, una sonrisa, una mirada. Lo único que podemos hacer es mirarles y recibir lo que nos dan. Pero no sé realmente si el público sabe (seguro que sí), que en una actuación se produce siempre una doble forma de dar, de darse, por lo que cuanto más dé el público a la actuación, más afecta esto a los cantantes o a cualquier artista. Valoramos muchísimo un largo aplauso y por ello la siguiente obra nos sentimos más inspirados, más capaces de cantar mejor, es siempre dar y recibir, en cada actuación. Esto es exactamente lo que más echamos de menos, lo que más nos gusta experimentar aquí en Europa especialmente: la forma en la que la gente que acude a nuestros conciertos nos muestra su aprecio a través de los aplausos y diciendo “¡Bravo!”.
– ¿No sucede lo mismo en otros lugares?
– Tristemente no. Quizás es una cuestión simplemente cultural. En algunas partes no forma parte de la cultura mostrar aprecio, por ejemplo para nosotros como filipinos no es muy usual aplaudir mucho tiempo, no es un símbolo de nuestra cultura. Por supuesto sabemos que nuestras actuaciones gustan, porque acuden a ellas nuestros amigos, nuestra familia y sabemos que les gusta lo que están oyendo porque siempre nos lo dicen, pero algo que adoramos en España y en otras partes de Europa es esa forma de expresar tan intensamente. Considero que es algo que los filipinos tendríamos que aprender.
– España. ¿Qué significa España para tu carrera? Nuestros concursos y festivales: Torrevieja, Tolosa…
– El primer concurso en el que me uní a los Philippine Madrigal Singers, como cantor, fue en Tolosa en 1996. Por supuesto tengo un maravilloso recuerdo de ese concurso porque fue el primero para mi. Y nuevamente como maestro de coro, el primer concurso en el que participé fue en Torrevieja. Creo que España siempre ocupará un lugar muy especial en mi corazón. No podemos olvidar, claro, que además las Filipinas han estado bajo protectorado español más de 300 años.
– ¿Cuáles son tus expectativas de cara al Gran Premio Europeo que se celebrará en Tolosa? ¿Qué pasaría si los Philippine Madrigal Singers ganaran el Gran Premio? Sería el tercer Gran Premio Europeo para vosotros. El único coro del mundo con este récord ¿Y que sucedería si no lo ganarais? 
Sé perfectamente que esta es la más comprometida de todas mis preguntas, pero sé también que he de hacerla. Mark elige cada palabra, como tiene que ser. Es extremadamente cortés y controla la situación.
Esta entrevista se publicará tras la celebración del Gran Premio Europeo, pero eso no hará que cambie su contenido, así que decido mantener preguntas y respuestas tal cual fueron realizadas y contestadas.

– En este momento mi única preocupación es hacer una buena actuación, no me preocupa excesivamente lo que pueda suceder después. Ahora que me preguntas, si nos hacemos con el premio, nos mantendremos en la misma línea en la que estamos, y puedo asegurarte que lo mismo pasará si eso no sucede: sólo tenemos que seguir haciendo lo que hacemos, compartiendo lo que tenemos enseñando a otros coros.
– ¿Sin cambios en la forma de trabajar?
– No creo que hubiera ningún cambio.
– Y ahora nuestros compositores, los compositores españoles, Javi Busto, Josu Elberdin, sus obras, las obras que pones en tu lista y aquéllas que directamente les encargas para los Madrigal Singers. ¿Cómo es tu relación con ellos?
– Hemos cantado varias piezas de estos compositores, especialmente de Javi y Josu y de todas ellas nos hemos enamorado realmente. Con Javi, desde los años 90, cuando yo cantaba en el coro. Después de Tolosa, cuando tuvimos que volver para el Gran Premio Europeo, la primera obra de él fue su Pater Noster, una obra que realmente se quedó grabada de una forma muy especial en todos nosotros.
Hay otros muchos trabajos más de ellos. También considero que hay otros compositores en España a los que hay que prestar atención, pero Javi y Josu tendrán por siempre un lugar muy especial en nuestros corazones.
– Tengo una pregunta sobre A tu lado.
– Es mi obra favorita, no sé por qué, pero es que aunque el texto está en español siempre decimos que es un texto muy “filipino”. Ese romanticismo, esa idea de querer sacrificarte por alguien a quien amas es algo que a los filipinos nos gusta mucho sentir, y la música de Javi en esta obra expresa tanto, expresa de una forma muy efectista lo que el texto quiere decir. Eso sin mencionar que la tuvimos que trabajar y preparar mucho para presentarla al concurso de Torrevieja. No tuve la oportunidad de ver a Javi en el concurso entonces, pero le dije posteriormente cuánto me había gustado esta obra.
– Conoces perfectamente la forma de trabajar y de hacer música de coros y directores de todas las partes del mundo. ¿Hay formas diferentes de hacer música, de cantar y de dirigir aquí en Europa y en Asia, por ejemplo, o es lo mismo, la música es la misma en cualquier parte?
– Creo que todo el mundo quiere hacer buenas actuaciones, todos los directores y todos los coros. Estoy convencido de que nadie quiere hacer un mal concierto. Lo único que creo es que hay una forma especifica de actuar para cada grupo, para cada coro. Nuestra manera puede no ser eficaz para otro grupo y quizás su manera puede no ser la más adecuada para nosotros. Pero considero al mismo tiempo que esto es algo que deberíamos apreciar mucho en este mundo, no todos tenemos que hacer las cosas igual. Las diferencias que mostramos o que hacemos es lo que contribuye a la belleza de nuestro mundo. Deberíamos aprender a valorar las diferencias y centrarnos en encontrar qué podemos aprender de ellas, no en vivir criticando a los otros.
– La música tiene una gran carga de subjetividad. Cuando se oye decir “bueno”, “mejor que” o “el mejor”, por supuesto sabemos que eso no es una regla aritmética, pero  se dice con muchísima frecuencia que los Philippine Madrigal Singers si no es el mejor, al menos es uno de los mejores coros del mundo. ¿Qué sientes cuando escuchas esta frase? ¿Escucharla se convierte en una responsabilidad para ti?
– Definitivamente sí. Me tomo esto como una gran responsabilidad personal. Cuando tuve la oportunidad de ser el director de este coro sabía que el listón estaba muy alto. Al mismo tiempo, sabía que los ojos de todo el mundo estarían puestos en mi, en nosotros, en lo que sucedería con el grupo, en lo que yo haría a partir de entonces. Sé la enorme responsabilidad que tengo, pero la siento en todo momento, no sólo cuando escucho esas palabras, cuando alguien dice que somos uno de los mejores coros del mundo. Creo que me vuelvo más humilde cuando lo escucho. Es una gran responsabilidad, algo con lo que tengo que convivir, que tengo que recordarme cada día y en todas las ocasiones, cuando nos preparamos para un ensayo o para un concierto.
Sabes que en este momento nos estamos preparando para una competición, algo que no ha estado muy planeado realmente. Cuando el año pasado estuvimos en Arezzo, no fue algo que tuviéramos organizado desde mucho tiempo antes, sino que recibimos una invitación para participar en este festival sólo unos meses antes. Como estaríamos en Italia en esa época, dijimos ¿por qué no?, podemos participar, pero en general los coros planean este tipo de actos con mucha antelación.
Estuvimos allí entonces y ahora estamos aquí de nuevo, no estoy muy seguro de si esto es algo que volvamos a hacer pronto, me refiero a participar en concursos, pero definitivamente creo que hay mucha música bellísima de todo el mundo por hacer, de compositores filipinos, de compositores españoles, y eso es lo que me gustaría hacer incluso sin participar en competiciones, aunque por supuesto manteniendo un buen nivel competitivo.
Este año hemos publicado otro CD conteniendo trabajos de un antiguo miembro del coro, Nilo Alcala, Onomatopoeia. Estoy muy contento con el resultado. Es algo que hemos estado haciendo durante muchos años y que seguiremos haciendo. Estamos también en el proceso de finalización de otro CD con nuestro actual compositor residente, Illy Matthew Maniano. Después de esto tengo una lista, creo que siempre la seguiré completando, y me encantaría dejar esta lista para la comunidad coral cuando me retire dentro de muchos muchos años.
– Hay algo que tengo mucho interés en preguntarte: ¿canto técnico o canto emocional? ¿Cuál debería ser la proporción, o de qué otras cosas es necesario ocuparse al cantar?
– Wow!– sorpresa en su expresión, que no traduzco–. Siempre tienen que combinarse, esto es algo que también viene de nuestra fundadora. Nos preocupamos por la técnica porque queremos hacer buenas actuaciones, pero también nos preocupamos por la emoción porque queremos ser capaces de conectar, de compartir esa emoción con el público, por lo que ambas cosas deberían caminar de la mano. Depende también, por supuesto, de la música. Hay una música terriblemente técnica y es difícil ver algún tipo de emoción, incluso te puedes preguntar si existe alguna emoción en ella, pero porque el compositor seguramente se planteó escribir una obra compleja, como una especie de ejercicio.
– Bueno, eso es un tipo de emoción también, quizás la del trabajo bien hecho, el asombro ante la técnica.
– Quizás. Pero con respecto a técnica o emoción, lo que decía, siempre caminando de la mano.
– “La competición final se encuentra en la sala de ensayos”. Esta frase, pronunciada por Andrea Veneración y que he extraído de vuestra web, me parece maravillosa realmente.
– Ella decía también que la competición no es el objetivo, no es el final, es un camino hacia un fin y que el fin es todo aquello que los cantores pueden adquirir o desarrollar en ellos mismos mientras se preparan para la competición. Al término de la misma, la labor del director es asegurarse de que cualquier disciplina que los cantores hayan adquirido, cualquier cosa que hayan aprendido en el proceso, se quede en ellos, no sólo en las actuaciones sino más especialmente en los ensayos. Ella nos explicaba también lo importante que es para un coro asegurarse de que cada ensayo sea siempre mejor que el anterior. Si mantenemos siempre la mentalidad de ensayar mejor que ayer, entonces el coro resultará ser el ganador frente al coro que ensayó ayer.
– “Rezamos y trabajamos duro”. Durante una charla que impartiste y que he localizado en internet, te escuché decir esto al hablar del secreto de los Madz.
– Es algo que Andrea mencionaba siempre. Antes de salir al escenario siempre rezamos, pero es muy importante que no dejemos todo en manos de la intervención divina. Tenemos que trabajar para mostrar lo que queremos, lo que realmente queremos, aquello por lo que estamos rezando.
– ¿Tu próxima visita a España?
– Nos encantaría volver muy pronto.
– ¿Un curso futuro en Cantate Mundi? Nada nos gustaría más, tenemos que planearlo.
– Sí, quién sabe…
– Para finalizar. Como ya te he comentado, esta entrevista es la primera de otras entrevistas futuras porque tenemos mucho que aprender de ti y con ella comenzaremos una nueva sección en nuestra página web. Quizás te gustará saber que por nuestros cursos han pasado más de 200 personas en estos cuatro años de funcionamiento. ¿Algún consejo, alguna recomendación especial para ellos, para nosotros?
– Sí, hay algo que me gustaría compartir con ellos, con todos vosotros. No deberíais perder el deseo de aprender. No deberíamos alcanzar ese punto en el que decir: ya es suficiente. Siempre deberíamos estar buscando maneras de ser mejores, no importa si somos directores o cantores. Siempre hay formas de aprender a cantar mejor, siempre podemos encontrar cosas que nos ayuden a ser mejores directores. Deberíamos estar buscándolas permanentemente. Somos afortunados porque el mundo se ha hecho más pequeño gracias a la tecnología, de forma que podemos recurrir a conferencias, talleres, etc. Podemos encontrar cosas para cada uno de nosotros. No dejéis nunca de aprender.
– Tú deberías enseñarnos.

Aunque sé que está cansado, por el esfuerzo de más de hora y media respondiendo a mis preguntas, hablando en una lengua que no es la propia para ninguno de los dos, y teniendo en cuenta que está frente a una cámara que graba cada uno de sus gestos y sus palabras, aunque yo también estoy cansada, siento algo así como una cierta tristeza por tener que terminar esta increíble conversación. He aprendido mucho, no sólo de música sino también y especialmente de vida. Sé que he tenido a un número uno sentado frente a mi y he ido sabiendo lo grande que es a medida que he ido viendo lo humilde que era y lo preocupado con su trabajo y su manera de compartirlo.
En algún lugar de nuestra conversación, Mark me dijo que le parece seguir escuchando la voz de Andrea Veneración en sus ensayos y sus conciertos. Es su voz, la de ella, a través de la de Mark, la que yo también he estado escuchando durante esta conversación, lo que ha sido un auténtico privilegio para mi.
Comencé mi entrevista con Mark Anthony Carpio, el maestro de coro de los Philippine Madrigal Singers, uno de los mejores coros del mundo. He terminado una conversación con mi amigo Mark, una persona que siempre tendrá un lugar especial en mi corazón. 

– Ha sido un honor para mi. Estoy muy agradecida, Mark.
– Con tus preguntas se han producido una especie de pequeñas descargas en mi cerebro que me han hecho darme cuenta y recordar muchas cosas. Muchas gracias.

Humildad en el principio, humildad al finalizar.



Tras el atril

Tras el atril se esconden muchas cosas, algunas de las que se guardan para uno mismo y otras que apetece compartir. Podría decir que son como esa especie de “tomas falsas” que tanto gusta ver en una película o reportaje gráfico. Podría ser algo así. Pero lo de “falsas” es algo que no encaja en las dos o tres “tomas” que voy a añadir a este capítulo.
La primera sucede antes y tiene que ver con el momento en el que le propuse a Mark hacer la entrevista, mediante un mensaje escrito y durante parte de su gira, creo que estaban por Marruecos. No me contestó entonces, pero como tampoco me dijo que no, cuando llegó el día de su concierto en Madrid con el Coro de Voces Graves, acudí nerviosa y pensé hablar con él antes de comenzar el concierto, pues supuse que luego sería mucho más difícil. 
Gracias a Canetto, presidente del Coro de Voces Graves, que me guió por los innumerables pasillos y recodos de la iglesia en la que minutos más tarde tendría lugar el concierto, llegué hasta la sala donde los Philippine Madrigal Singers estaban preparándose antes de salir a cantar. Vocalizaban, cada cual a su ritmo, unos cantaban, otros terminaban de arreglarse. Mark vino sonriente al verme y me abrazó, disculpándose por no haberme respondido antes. Tardamos menos tiempo en concretar fecha, hora y lugar para la entrevista que el tiempo que tardé en llegar hasta ellos. 
Lo que no se ve es algo que tampoco se cuenta, es mi paso, antes de llegar a la sala de los filipinos, por la sala en la que los miembros del Coro de Voces Graves también estaban preparándose para el concierto. Dije que no lo contaba y no lo cuento, amigos, tranquilos. ;)
Nuestro segundo momento tras el atril sucede durante la entrevista. Mi hija Alicia, que además de ser miembro de Cantate Mundi es quien se ocupó de la grabación y se ocupará posteriormente de la edición, nos paró en un momento de la misma, un momento de dudas sobre si la cámara estaba o no demasiado alta, y me dio argumentos de por qué no la ponía más baja: para evitar la papada. Mark miraba a una y otra mientras hablábamos, así que le expliqué nuestra conversación. Su carcajada fue increíble, mientras indicaba con la mano a Alicia que subiera más la cámara todavía. De este momento sí hay imágenes, y son realmente divertidas.
El tercer momento tiene lugar unos días después de finalizada la entrevista. Primero llegó Tolosa y el Gran Premio Europeo, luego Mark pasó unos días en EEUU y yo misma fui a Tolosa, posteriormente tuve que transcribir la entrevista en inglés y se la envié para que corrigiera cuanto quisiera de ella, mientras yo la traducía a español. De sus cambios he de decir, sorprendida, que no hay uno solo en el que modifique el texto de nuestra conversación, sino que lo único que hace es eliminar cosas repetidas, expresiones más propias de la conversación hablada, etc., pero ni un sólo cambio en el contenido de la conversación, algo que me encantó.
Mientras comparaba su texto y la versión definitiva en inglés con mi traducción, fui consciente de un error que yo misma había cometido, un error de comprensión: una palabra que cambié por otra y que modificaba sensiblemente el significado de una frase, tanto que no puedo evitar  hablar de ello aquí. Mi error tiene sentido en la versión en inglés, pero lo traduzco también.
Mi versión, errónea, era ésta:
“The differences that we show or that we do is what makes this world of choirs beautiful and we should learn to appreciate these differences and just focus on what things you can get from these differences and not live on criticizing each other”.
“Las diferencias que mostramos o que hacemos es lo que hace que este mundo de los coros sea bello, y deberíamos aprender a apreciar estas diferencias y fijarnos solamente en lo que podemos obtener de estas diferencias y no vivir criticándonos los unos a los otros”.
Bonito, ¿verdad? Pues erróneo.
La frase de Mark realmente no contenía la expresión “this world of choirs”, sino que era “this world of ours”, “este mundo nuestro”. Las diferencias van mucho más allá del mundo coral, las diferencias están en el mundo, en la vida, en las personas. Cuando fui consciente del error, porque unas letras hacen variar el significado de algo que es muy importante, le escribí y le dije que algo se había movido dentro de mi, por haber casi pasado por alto sus maravillosas reflexiones, algo que a todos nos debería hacer pensar, y también porque la existencia de este momento, que he querido compartir con todos, ha dado origen a este apartado. 

Madrid, noviembre de 2017.
Elena González Correcher ®




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